CARTAS

 30 de noviembre de 2020

La carta parece ser un medio muy utilizado en la escuela de mi madre por una maestra, que ella siempre alabó y recordó con cariño y de cuya capacidad de organización da cuenta el artículo “Índice de Educación Patriótica”, un artículo anterior de este blog.  La carta es un medio cercano para transmitir ideas, que en este caso se utiliza para inculcar ideas sobre la guerra civil que estaba teniendo lugar, para adoctrinar, para decirles a las niñas que la patria es la que defienden los golpistas, porque los otros, la “canalla marxista”, no quieren a la patria, quieren destruirla y por eso fue necesaria la cruzada, el golpe de estado de los “salvadores” fascistas.

Así, en la “Lectura patriótica” (Figura 1) se habla de una carta que ha recibido la maestra, escrita por un habitante del pueblo que está como soldado en el frente de Vitoria. Me pone la piel de gallina la manipulación de los sentimientos de las niñas, mediante gente conocida del pueblo que están como soldados en el bando nacional. Eran los buenos y los valientes. Frente a ellos los “rojos” que sorprendentemente roban a los humildes, no a los poderosos, a los terratenientes, sino a los pobres, cuyos derechos y libertades defendían. Paradojas que unas niñas no pueden rebatir, pero que las marcan a fuego. De esta manera, más o menos sutil, también se está condenando, a los ojos de las niñas, a los habitantes del pueblo que estaban luchando en defensa de la República legitima. Y los hubo en este pueblo. Me consta con total seguridad. Es indigno, es repulsivo sembrar estos sentimientos en las niñas, sembrar el odio en sus corazones, cuando la escuela debería haber mantenido a la infancia al margen de la contienda, como se ve que trató de hacer la República en el cuaderno de mi madre, recogido en este blog en al artículo “Encuentro fortuito con la memoria histórica”.

 


Figura 1. Lectura patriótica.

No deja de aparecer en la “Lectura patriótica” la relación con la Iglesia Católica, que apoyó el golpe de estado y se mantuvo al lado de los golpistas. Así, se pide encomendarse y rezar al patrón del pueblo, que debe darle al soldado “salud y suerte”.

La contestación de la maestra al soldado pone punto y final a todo el adoctrinamiento que exhala la carta. Este soldado está “defendiendo a España”. Se le olvida decir que está luchando contra un gobierno legítimo elegido por el pueblo, que se ha comprometido con la educación pública y laica, y con la reforma agraria, tocando los privilegios de muchas y muchos.

La siguiente carta está dirigida al Director de la Comandancia militar (Figura 2). En ella, una niña de 9 años solicita ser Madrina de guerra[1] de un soldadito, que debe ser el más “patriota, valiente y humilde”. Ahora se le pide a la niña una implicación más directa en la guerra, aunque sea en la lejanía, para dar apoyo a un soldado. Ello supone una participación cercana y emotiva de la infancia que, insisto, la escuela debería haber mantenido al margen. Considero que la infancia ya tenía más que suficiente con lo que vivía en la calle y en las familias.



Figura 2. Carta pidiendo ser madrina de guerra.

 Según algunas fuentes, las Madrinas de guerra aparecieron en la Gran Guerra, la I Guerra Mundial, como lazo de unión entre los soldados y la población civil. En la guerra civil española fueron promocionadas por Pilar Primo de Rivera, hermana del fundador de la Falange, quien consideraba que la mujer debería ejercer una labor de apoyo, un papel secundario en el nuevo estado, nunca en igualdad con los hombres. De este modo, también transmitía su modelo de mujer al servicio de los hombres. Aquí además se trata de niñas de edades tempranas, mucho más vulnerables, más susceptibles de abrazar ideas sin ninguna consideración crítica, de sentirse emocionalmente involucradas, a las que se les pide que se declaren madrinas de guerra. Algunas, las hijas de familias republicanas, estarían sometidas a una contradicción fuerte, angustiosa, desasosegante, que seguramente las marcaría de por vida.

Las madrinas de guerra eran como una obligación moral, dulce y femenina ¿Qué más indicado para nosotras que consolar, animar, llevar a los soldados del frente un poco de optimismo y de ilusión? Ellos que luchaban, que estaban a la intemperie, bajo las estrellas, que cuando mirasen al cielo, creyesen que sus parpadeos les enviaban recuerdos y sonrisas ¡Qué labor tan bonita y humana! La madrina era para el soldado un consuelo, una ilusión. (...) ¡Qué contento se ponía aquel soldadito huérfano, que no encontraba para sus penas más que el aliento en las cartas de su madrina![2]

 

Y hasta aquí el pasado. Ahora hablemos del presente. Recientemente, para mi sorpresa e indignación, ha existido o existe un interés por volver a estos “valores patrióticos guerreros”. En el año 2018, el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, siendo ministra Dolores de Cospedal, elaboró un proyecto titulado “Conocimiento de la Seguridad y la Defensa Nacional en los centros educativos”, para incluirlo primero en el currículo de Primaria y posteriormente en el de la ESO.[3] La idea básica de este proyecto es que para defender la paz son necesarias la armas, gastar dinero en armarse y vender armas para hacer negocio. Es decir, enseñar a nuestra infancia y juventud el principio, “Si quieres la paz, prepárate para la guerra”.

Hubo protestas de algunas organizaciones, como Save the children, sindicatos y ciudadanía por la presencia de contenidos militares en los currículos escolares[4]. Los títulos de algunas unidades son bastante sugerentes: Unidad 4. La defensa al servicio de la paz en el mundo; Unidad 5. Amenazas que ponen en peligro nuestros valores: Unidad 6. No tengo miedo, me protegen. Es indignante observar la ideología y el pensamiento que se quiere inculcar al alumnado de Primaria en este proyecto.

La educación para la paz, para la resolución pacífica de conflictos, para eliminar todas las formas de colonialismo económico, para no expoliar los recursos de los países más pobres mediante la explotación y la violencia, la defensa de los derechos humanos en todos los países, …, son los contenidos que han de estar presentes en los currículos escolares. Si queremos una infancia y una juventud sanas, justas, solidarias, críticas, no las adoctrinemos con los conceptos de defensa y seguridad para construir la paz.

Enrique Diez lo expresa de la siguiente manera: “Debemos desmilitarizar el imaginario colectivo de las futuras generaciones y plantear en los contenidos educativos un auténtico desadoctrinamiento de esta ideología bélico-militar. Introducir en el currículum contenidos que cuestionan las intervenciones o invasiones, a las que se refieren como "misiones de mantenimiento de la paz fuera de nuestras fronteras", pero que llenan de cadáveres los territorios que "misionan". Que cuestionen al servicio de quién y de qué se hacen esas guerras y qué intereses hay detrás de determinados conflictos que se generan, y quiénes los alimentan. Que analice en si "pacificar con armas y matanzas", como se está haciendo, es la vía para solucionar los conflictos mundiales y si es la vía en la que debemos educar a las futuras generaciones. Y abordar qué relación tiene el "terror y temblor" que imponemos, con nuestros ejércitos, en aquellas áreas geoestratégicas que cuentan con recursos valiosos para que las grandes multinacionales sigan enriqueciéndose con ellos y mantengan nuestro "modo de vida" y consumo, con la violencia y los atentados que sufrimos en los países del norte.”[5]

Termino señalando dos cuestiones. En primer lugar, curiosamente en este proyecto también se habla de la utilización de cartas a los militares como recurso didáctico, ya usado en la guerra civil como vemos en el cuaderno de mi madre. En segundo lugar, quiero recordar el No a la guerra que recorrió con fuerza nuestro país cuando el presidente de España se empeñó en participar en una guerra, que todo el país rechazaba mayoritariamente.

6 comentarios:

  1. Querida Chusa, sigo maravillándome con este tesoro que has encontrado y que creo imprescindible dar a conocer. Para remate tiendes un puente con el presente que muestra quién adoctrina, desde qué ideología y en beneficio de quienes. Si el recuerdo de lo primero produce rabia por una manipulación tan depravada de la infancia, lo segundo, tras la firma por España de la Convención de los derechos del niño en 1989, sugiere una manipulación que atenta contra esos derechos y lo hace desde el Estado que debiera protegerlos.
    Enhorabuena por este trabajo tan valioso que estás haciendo y te doy las gracias por ello.

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  2. Querida Alicia. Tus comentarios me dan muchos ánimos para seguir escribiendo e indagando en la colección de cuadernos que tengo. Si alguna vez desfallezco, te llamo.

    Quiero aprovecha este medio para aplaudir tu gran compromiso con la infancia y con la Escuela Infantil (no confundir con guardería), como Presidenta muchos años de la Plataforma 0-6. Eres una luchadora que aprovecha todos los foros para defender los derechos del niño en cualquier momento, en cualquier lugar, y denunciar su incumplimiento.
    Gracias de nuevo.

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  3. Estoy de acuerdo con Alicia al definir tu legado histórico de tesoro. Un gran trabajo tu recopilación de las cartas de tu madre, explícitas del vil adoctrinamiento infantil femenino. ¡Cuanto daño infligieron esas directrices a nuestras queridas madres!

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  4. Así es Rosa, el adoctrinamiento de las niñas en las escuelas en la zona franquista fue terrible. Bien sabían que las guerras no solo se ganan en los frentes de batalla, sino en distintos ámbitos en cada uno de los pueblos invadidos: en las cunetas y en las escuelas.

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    1. Me produce tanto dolor situarme en ese enclave, pero no lo puedo evitar

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    2. Ya lo sé y no sabes cuánto lo siento. Muchas gracias.

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