20 de noviembre de 2020
Cuando
escuchamos la palabra libertad nuestros labios, con gran facilidad, dibujan una
sonrisa, y respiramos hondo y nos sentimos mejor, nos sentimos más libres. Queremos
ser libres, considerarnos libres, vivir en libertad. Por eso nos reconforta y
alegra leer la palabra libertad en muchos poemas, como “Para la libertad” de
Miguel Hernández, escucharla en canciones como “Libre te quiero” de Agustín García Calvo, musicada por Amancio
Prada. Pero su utilización en diversas circunstancias, en momentos muy
dispares, de muy diferentes maneras, provoca que su significado sea lábil,
incluso que se diluya, se convierta en una especie de niebla que nos envuelve sin
dejarnos ver con claridad.
La
derecha española se autodefine como auténtica, y a veces única, defensora de la
libertad, con gran sorpresa para much@s, porque en este país una parte de la
misma participó y apoyó la dictadura franquista, y aún hoy en día cuando la
condena, lo hace a regañadientes y con la boca pequeña. Proclama que su bandera
es la libertad, libertad de elección de centro escolar, libertad para poner los
servicios públicos en manos privadas, libertad de los bancos y grandes
tenedores de pisos para desahuciar, libertad de los fondos buitre para comprar
viviendas sociales a precios irrisorios, libertad de fumar en cualquier lugar, …,
llegando incluso a acusarnos a la izquierda, por ejemplo, en los plenos del
ayuntamiento de mi municipio, de nuestro deseo, “nuestra pasión por prohibir”.
Lo repiten hasta la saciedad para convertirlo en mantra, olvidando que la ley
mordaza, por ejemplo, se encuentra entre su cosecha. Paradoja total y ejemplo
eminente de lo que digo es que la aprobación de la LOMCE, recientemente en el
Congreso, ha terminado, después de su voto en contra, con los gritos de “Libertad,
libertad” por parte de la derecha y ultraderecha, esa que defiende el
patriarcado, la dictadura franquista, las desigualdades sociales sin tapujos.
Volviendo
a la política municipal. Son muchos los plenos en los que esto ha sucedido.
Sirvan como ejemplo, el pleno del ayuntamiento en el que se debatía una moción
para no permitir fumar en la terraza de la biblioteca municipal, que infringiendo
claramente la ley se estaba haciendo. La derecha votó en contra y nos dijo “os
gusta prohibir”. Desenlace: la Consejería de Salud de la Comunidad de Madrid
nos dio la razón. También nos “gusta prohibir” la utilización de herbicidas,
como el glifosato, en nuestro municipio o que los vehículos, como la bicicleta
o los patinetes, circulen por las aceras. Otro ejemplo recurrente son los
debates sobre la escuela pública y la privada-concertada. El argumento repetido
hasta la saciedad por la derecha, libertad de elección de centro. A lo que
decimos siempre: la izquierda no estamos en contra de que las familias elijan
el centro que quieran, estamos en contra de pagar con dinero público la elección
de centros privados.
Estos
debates en el pleno municipal me han llevado a reflexionar a menudo para buscar
la forma más pedagógica de contestar, de rebatir, intentando poner sobre la
mesa una explicación potente sobre el uso de la palabra libertad que tenga
proyección social, que sea convincente, ya que hay que reconocer que la
utilización de la libertad en sus manos termina calando en la ciudadanía. En
mi reflexión las preguntas que he tratado de responder son, libertad ¿para qué
y para quienes?, y ¿la libertad se tiene que conjugar sola o debe ir acompañada
de otras características?
Respecto
a la primera, me parece muy interesante la siguiente cita de Matthew Arnold “la libertad es un caballo muy bueno para cabalgar
sobre él, pero para ir a algún sitio”[1] Esta
idea le sirve a Harvey[2]
para indicar que, cuando se hizo evidente la falsedad de otras justificaciones,
el presidente de Estados Unidos en 2003, George Bush, señaló que la guerra
contra Irak se llevó a cabo en aras de la libertad del pueblo iraquí, para
liberarlo de la opresión de Sadam Hussein. Pero que en cuanto se formó la
Autoridad Provisional de la Coalición, en septiembre de 2003, se dio paso vía
decreto, “a la privatización de las
empresas públicas, a plenos derechos de propiedad para que las compañías
extranjeras hayan adquirido y adquieran empresas iraquíes, a la plena
repatriación de los beneficios al extranjero, ….,a la apertura de los bancos
iraquíes al control extranjero, …..”. ¿Qué libertad se buscaba? ¿La del
pueblo iraquí o la de las empresas extranjeras para expoliar los recursos
iraquís? ¿Para qué y para quienes era la libertad buscada que trató de
justificar una masacre?
Desgraciadamente
en demasiadas ocasiones, el neoliberalismo, bajo el nombre de libertad, disfraza,
camufla la defensa de los privilegios de unos pocos, la pugna porque la
sociedad no avance hacia unas cotas de igualdad y de justicia social para
todos. Ejemplos tampoco nos faltan en España. La necesaria Reforma Agraria que
trató de poner en marcha la II República puede ser considerada un ataque a la
libertad de los latifundistas, de los poderosos que iban a perder sus
privilegios; pero, por el contrario, los campesinos iban a encontrar la
libertad de trabajar una tierra de la que, al menos, los frutos que diera
serían para ellos. En el caso de la Iglesia Católica también tenemos abundantes
ejemplos de este tipo de libertad. No se trata de libertad cuando lo que se
quiere es defender los privilegios de algunos.
Por
estas razones y contestando a mi segunda pregunta, la palabra libertad debe conjugarse con la palabra igualdad. ¿Qué
libertad tiene una persona cuya máxima preocupación es llegar a fin de mes?
¿Qué libertad tiene una persona que, si no existen en el país unos buenos
servicios públicos, no puede elegir servicios privados porque no puede
pagarlos? ¿Qué libertad hay para la infancia que no tiene protegidos sus
derechos?[3] ¿Libertad
para morirse, si no existe una sanidad pública gratuita y universal? La
libertad de mercado es la libertad que defiende el neoliberalismo y es la
libertad que llena la boca de los concejales y diputados de la derecha. Es esta
libertad absolutamente individualista, y lejana de la igualdad, la que patrocinan
y la que les conduce a considerar innecesarios y privatizar los servicios
públicos. Servicios que son para todas y todos sin ninguna distinción, con la misma
calidad y la misma atención para toda la ciudadanía; y que son los que el
estado tiene la obligación de proporcionar. Dicen o piensan: ¿para qué los
servicios públicos si se tiene la libertad de elegir entre la oferta privada, a
la que las administraciones públicas no deben hacer ningún tipo de competencia?
Eso sí, elegirá el que pueda y el que no, no importa, tiene la libertad teórica
de elegir. Pero “… las libertades
políticas serán siempre un mero “papel mojado” si la ciudadanía no llega a
contar con condiciones materiales para existir de una forma digna y saludable
Ser libre sin condiciones materiales es ser libre para todo, pero sin medios
para nada. Ser igual ante la ley es un mero ideal impotente si económicamente
hay una desigualdad insuperable que divide a las personas en ricos y pobres.”[4]
Sin
una auténtica sociedad igualitaria no puede haber auténtica libertad. Pero hay
quien además sitúa conjuntamente con la libertad y la igualdad, la fraternidad.
Sí, el lema de la Revolución Francesa, que defendieron los republicanos de
izquierdas en nuestro país. La fraternidad se entiende como la independencia
económica de cualquier persona, la emancipación para que cada cual pueda
ejercer la libertad en condiciones de igualdad.[5]
Pensemos en las mujeres que vieron recortados todos sus derechos civiles
durante el franquismo. La dependencia era primero del padre y luego del marido.
No eran independientes, no eran iguales, no eran libres. Y en esta lucha
seguimos.
La
libertad que defiende el neoliberalismo es la protección de los privilegios de
unos pocos frente a la libertad e igualdad de tod@s. Por esta razón es
necesario la regulación y la planificación, lo que la derecha llama “prohibir”,
para evitar los abusos de los poderosos frente a la mayoría de la sociedad o
para mejorar la convivencia, respetando los derechos de todos. Las leyes, en
defensa de la libertad y la igualdad, deben regular la convivencia, como hace,
por ejemplo, la Ley del tabaco o la necesaria regulación de los mercados,
incluso para evitar que estos conduzcan a crisis económicas como las de 1930 y
2008, que siempre recaen principalmente en los que no tienen auténtica libertad
en una sociedad desigual.
La
palabra libertad es una palabra con fuerza, con encanto, necesaria, pero
también engañosa, porque puede utilizarse de una manera interesada, porque
parece que necesita algunos matices, algunas acotaciones que especifiquen que
no es deseada la libertad solo para algunos y no para la mayoría del pueblo, que
no es deseada la libertad que genera desigualdad, que esconde privilegios, que
no es deseada la libertad que es buscada por el neoliberalismo. Pero que sí lo
es la libertad de expresión, de reunión, de manifestación, de asociación. La
libertad que pedíamos cuando gritábamos “Amnistía, Libertad” al final de la
dictadura. Y también es deseada la igualdad de las mujeres y de todos los más
desprotegidos para lograr la libertad en todos los ámbitos. Porque como
decíamos al principio Tanto monta, monta tanto, libertad como igualdad.
[1] Citado por David Harvey en “Breve historia del neoliberalismo”, 2007,
Ediciones Akal.
[2] David Harvey en
“Breve historia del neoliberalismo”, 2007, Ediciones Akal.
[4] Carlos Fernández Liria y Silvia Casado Arenas. “Qué fue de la Segunda
República. Nuestra historia explicada a los jóvenes” 2019. Ediciones Akal.
[5] Carlos Fernández
Liria y Silvia Casado Arenas. “Qué fue de la Segunda República. Nuestra
historia explicada a los jóvenes” 2019. Ediciones Akal.
Magnífico artículo. Ojalá lo lea mucha gente
ResponderEliminarMuchas gracias. Sí, me gustaría
EliminarMuy bueno, estupendamente explicado.
ResponderEliminarMuchas gracias.
Eliminar¡Qué bien has dado con el quid de la cuestión! Porque no se puede ejercer ninguna libertad contra los derechos del resto. Vaciar de contenido una palabra a fuerza de tergiversar su sentido es el principio para que pierda todo su valor, esa es una de las metas del neoliberalismo que, por robar más, quiere incluso robar las palabras.
ResponderEliminarMuchas gracias, Alicia. Como digo en el artículo es un tema que me preocupa mucho y me preocupaba especialmente cuando tenía que responder a los grupos municipales de la derecha, en los plenos del ayuntamiento, que usan tópicos facilones, poco profundos, pero que llegan a la ciudadanía. Sigo leyendo y reflexionando sobre ello y recomiendo el libro "Breve historia del neoliberalismo", que cito en alguna nota al pie de página. Me parece muy bueno, interesante e ilustrativo de este tema.
ResponderEliminarMagnífico artículo en el que defines, perfectamente, el concepto de la libertad. Ojalá lo lea mucha gente y lo entienda
ResponderEliminarMuchas gracias, Rosa. ¡Ojalá se cumplan tus deseos! Gracias
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