LA HUÍA (LA DESBANDÁ)

12 de octubre de 2020

El 8[1] de febrero de 1937 tenía lugar La desbandá en la carretera de Málaga a Almería, tras la toma de Málaga por las tropas franquistas al mando de Queipo de Llano. El 12 de febrero mi madre escribe en su cuaderno una carta a este general fechada el 9 de febrero, felicitándole por dicha toma (Figura 1). Rápido corrían las noticias en el bando fascista y más rápido adoctrinaban a las niñas y niños de tiernas edades en las escuelas. Y no lo hicieron mal. Hasta hoy llegan las consecuencias. Aunque fijaos bien de La desbandá ni palabra.

La desbandá es conocida como una de las más brutales represiones del ejército franquista, junto con la toma de Badajoz, de la que no se habla en el cuaderno muy posiblemente porque tuvo lugar en agosto de 1936 y al pueblo no habían llegado aún los golpistas. Menos de una semana tardó Queipo de Llano, con la ayuda de los camisas negras italianos, en tomar Málaga la Roja, como era conocida esta ciudad a causa de los movimientos obreros. Conocida la represión que iba haciendo el ejército fascista en los lugares conquistados y las proclamas radiofónicas de Queipo, muchas personas, civiles entre 100.000 y 150.000 según las fuentes, huyeron por la única vía que tenían, la carretera costera que une Málaga y Almería, y fueron bombardeados por tierra, mar y aire, por franquistas, italianos y alemanes, muriendo entre 3.000 y 5.000 personas.

Es conocida la historia del doctor Norman Bethune, cirujano canadiense que fue médico voluntario en las Brigadas Internacionales. Este médico en sus memorias de la guerra civil describe lo ocurrido[2]: “Yacían hambrientos en los campos, atenazados, moviéndose solamente para mordisquear alguna hierba. Sedientos, descansando sobre las rocas o vagando temblorosos sin rumbo. Los muertos estaban esparcidos entre los enfermos con los ojos abiertos al Sol”. Paul Preston también habla de La desbandá en su libro The Spanish Civil War: Reaction, Revolution and Revenge: “La multitud de refugiados que bloquearon la carretera de Málaga había estado en un infierno. Fueron atacados desde el mar y bombardeados desde el aire en un continuo ametrallamiento. La escala de la represión en el interior de la ciudad capturada explica por qué estos civiles estaban dispuestos a echarse a la carretera", recogido en un artículo de Alejandro Torrús en Público[3].

En este mismo artículo se señala “Una de esas niñas que caminaba junto a su familia es Natalia Montasaroa. Tenía 13 años aquel 7 de febrero de 1937. Hoy, 76 años después, recuerda para Público, con voz temblorosa, lo que vivió durante aquellos días: "Salimos de Málaga el día 7 a las diez de la noche. Teníamos miedo porque oíamos a Queipo de Llano por la radio, que decía: 'Malagueños, maricones, ponedle pantalones a la luna'. La carretera estaba llena de gente. No se me olvidará nunca una mujer con un niño pequeño en brazos; habían disparado desde el barco un proyectil, y las piedras que saltaron le dieron a la mujer en la cara: ella quedó muerta con el niño en brazos, al que no le pasó nada...""

Una breve, pero reconocida y obligada mención, al torrero lucense Anselmo Antonio Vilar García. Este gallego desde el faro de Torre del Mar, una pedanía de Vélez, vislumbró con mucha claridad que si apagaba la luz del faro podía salvar vidas de civiles que huían del horror y así lo hizo. Pero los golpistas no perdonan, la venganza fue rápida y Anselmo fue fusilado el 10 de febrero de 1937 en las tapias del cementerio Vélez- Málaga[4]

Mi madre, con 9 años, escribe y deja constancia de la versión que le dieron (Figura 1), donde a los sublevados franquistas se les llama Glorioso Ejército Español y al gobierno legítimo de la II República se le denomina canalla marxista rusa. Como otras muchas tareas del cuaderno, esta termina con “Arriba España”.


Figura 1. Carta al general Queipo de Llano.

 

Queipo de Llano, conocido como el Carnicero de Sevilla, fue también el responsable de la propaganda del miedo, del terror, de la humillación de los vencidos a través de sus discursos radiofónicos en Unión Radio Sevilla. En enero de 1986 el historiador irlandés Ian Gibson publicó por primera vez la totalidad de las charlas en su libro Queipo de Llano. Sevilla, verano de 1936. Gibson reúne aquí todas las proclamas pronunciadas entre los meses de julio y agosto. Algunas de sus alocuciones[5], “Estamos decididos a aplicar la ley con firmeza inexorable: ¡Morón, Utrera, Puente Genil, Castro del Río, id preparando sepulturas! Yo os autorizo a matar como a un perro a cualquiera que se atreva a ejercer coacción ante vosotros; que, si lo hiciereis así, quedaréis exentos de toda responsabilidad….”, hablan por sí solas. En otra de sus sonadas charlas radiofónicas, Queipo había proclamado que “del diccionario de España tienen que desaparecer las palabras perdón y amnistía”.

Otras rezuman el más puro machismo, violencia machista diría yo: “Nuestros valientes legionarios y Regulares han enseñado a los cobardes de los rojos lo que significa ser hombre. Y, de paso, también a las mujeres. Después de todo, estas comunistas y anarquistas se lo merecen, ¿no han estado jugando al amor libre? Ahora por lo menos sabrán lo que son hombres de verdad y no milicianos maricas. No se van a librar por mucho que forcejeen y pataleen”.

Es cierto que, en 1937, cuando mi madre tiene que escribir la carta en la escuela, Queipo no se había mostrado en todo su esplendor represor, pero ya se había mostrado como traidor en dos ocasiones y apuntaba maneras. ​“A los tres cuartos de hora, un parte de nuestra aviación me comunicaba que grandes masas huían a todo correr hacia Motril. Para acompañarles en su huida y hacerles correr más aprisa, enviamos a nuestra aviación que bombardeó, incendiando algunos camiones …”

He leído en algunos artículos la importancia que tuvieron las alocuciones diarias de radio de Queipo en los territorios ocupados por los sublevados. La radio era el medio de comunicación por excelencia. Aquí vemos que la propaganda también estuvo presente en las escuelas con niñas de edades tempranas. Mi madre en aquel momento estaría en el cuarto curso de la Primaria actual.

6 comentarios:

  1. Impresionante este terrible relato y, muy especialmente, la manipulación de la infancia. Muchas gracias Chusa, por rescatarlo y darlo a conocer.

    ResponderEliminar
  2. Enhorabuena Chusa por este nuevo relato que, tan bien refleja la crueldad de la manipulación a través de los medios de comunicación, resaltando en este caso como afectaba a los niños; la carta de tu madre es un ejemplo evidente ....

    ResponderEliminar
  3. Espeluznante y terrible. Aún hoy da mucho miedo...

    ResponderEliminar
  4. Mi más profunda enhorabuena. Sigue así y difunde todo lo que emana de ese cuaderno, que es una joya. Asesinos inmunes dementes. Gracias

    ResponderEliminar
  5. Me ha mandado una amiga un audio de hace unos días de la Cadena Ser (https://play.cadenaser.com/audio/1612982842472/) en el que la admirada por mí, Nieves Concostrina, explica que el nombre de La Desbandá era el nombre que dieron al terrible hecho, a la masacre de civiles, los fascistas golpistas y que ella prefiere La Huía, que es el nombre dado por las victimas. Por esta razón voy a cambiar el nombre del artículo.
    Como contraposición otra amiga me dice: "Siento que la palabra desbandá la utilizarán los asesinos porque para mí expresa lo inesperado, el no saber qué hacer, el buscar a sus seres queridos, la desorientación del corazón y la cabeza. No sé cuántos más sentimientos y sensaciones me produce la palabra".
    Aquí lo dejo.

    ResponderEliminar
  6. Creo que deberías enviar este texto a Nieves Concostrina. Más bien, lo que quiero decir es que es necesario que Nieves Concostrina lo lea. Seguro que le saca jugo.
    Enhorabuena otra vez

    ResponderEliminar