PRINCIPIOS DE LA SIMBOLOGÍA NACIONALCATÓLICA EN LA ESCUELA

5 de marzo de 2021

Es fácil para cualquiera de nosotr@s poner ejemplos de símbolos e incluso definir qué es un símbolo. Según la RAE, elemento u objeto material que, por convención o asociación, se considera representativo de una entidad, una idea, una cierta condición, etc. Los símbolos nos rodean por todas partes y nos hablan de cosas muy diferentes. Por un símbolo reconocemos marcas comerciales, redes sociales, equipos deportivos, instituciones públicas, religiones, etc. Hay símbolos que han perdurado a lo largo de la historia, como por ejemplo los religiosos, y otros que cambian con mayor facilidad.  Pero no es fácil cambiar un símbolo una vez que la población se ha identificado con él y, sobre todo, si ha triunfado.

Los símbolos pueden levantar pasiones, discusiones y debates encarnizados, sobre todo cuando expresan de una forma fácil y condensada una idea, una teoría. Puede no conocerse en profundidad la idea o la teoría que encierra un símbolo, y sin embargo identificarse con él por razones muy diversas, que van desde la tradición hasta la rebeldía. Es decir, identificarse con un símbolo no significa tener un conocimiento profundo de lo que representa el mismo. Puede ocurrir que este conocimiento solo sea superficial, emocional. Pero, en cualquier caso, el símbolo suele generar emociones y sentimientos fuertes, porque normalmente lleva asociada una identificación social con un grupo. Hace sentirse parte del mismo, compartir momentos y pasiones con alguien más. Es, incluso, una forma de huir de la soledad.

Los símbolos patrióticos encierran un concepto complejo y abstracto, el de patria. Puede ser patria en sentido nacional, autonómico, comarcal, municipal. En cualquier caso, por su abstracción, es preciso materializar el concepto mediante unos símbolos cercanos, sensoriales, que se pueden tocar, oír, cantar: banderas, himnos, gestos, gritos e, incluso, canciones. Hasta Briones, que diría, con toda la ironía que le caracteriza, Andrés Sopeña en El florido pensil, “sabe que la bandera representa a la patria. Y yo mismo puedo ver que es la imagen de nuestra historia, de nuestras tradiciones, y de las glorias de nuestro pasado”.[1] 

Según algunos autores: “Los símbolos tienen una importancia difícil de exagerar. Sirven para moldear las identidades nacionales, ayudan en la nacionalización de las poblaciones y legitiman regímenes y movimientos políticos nacionalistas.”[2] Parece obvio que esto es lo que pretendían los golpistas franquistas.

En el caso de la infancia los símbolos, en general, y los patrióticos, en particular, adquieren todavía una mayor importancia, porque la asimilación de patria a unos límites geográficos no es tan obvia. Vemos en la Figura 1 cómo se define Patria o Nación, que se pueden intercambiar aunque haya matices diferentes[3], en el libro Así quiero ser. El niño del Nuevo Estado.[4] Definición cargada cuanto menos de xenofobia, usando términos como morisma; sangre latina; idioma castellano; Religión católica, apostólica y romana. Y eso sin entrar en las definiciones de las características: una, grande y libre.


Figura 1. Definición de Nación en Así es quiero ser. El niño del Nuevo Estado 4

 

En cualquier caso, no parece un concepto sencillo, ya que es demasiado abstracto y/o complejo porque abarca ámbitos diferentes, para niñas de 10 años que tienen sus límites geográficos en un pueblo pequeño y sin las posibilidades tecnológicas de interacción con el exterior que existen en la actualidad, sin radio, sin televisión, sin internet, con nada. Por ello, como acabo de decir, los símbolos suponen un acercamiento sensorial a la idea de patria. Por esta razón es fácil utilizarlos para el adoctrinamiento, para generar emociones y adhesiones en la infancia. Y esto es lo que hace la escuela nacionalcatólica, primero en la guerra civil y más tarde lo hará en la dictadura, como se puede ver en las tareas del cuaderno de mi madre en los meses de febrero y marzo de 1937 en las figuras 2, 3 y 4.


Figura 2. Declaración de la Marcha granadera como Himno Nacional de España, de la “España golpista”.


El día 4 de marzo de 1937, escribe en el cuaderno sobre el Decreto Promulgado por Franco el 27 de febrero de 1937 para declarar la Marcha Granadera como Himno Nacional (Figura 2), sin olvidar los himnos de Falange, de Oriamendi (carlista) y de la Legión. Si os fijáis en las fechas, podréis constatar que los decretos corrían veloces en la zona “reconquistada” hasta llegar a una escuela de niñas en un pequeño pueblo.

La Marcha Granadera, también llamada Marcha Real, fue declarada marcha de honor por Carlos III en 1770, y se transformó en himno durante el reinado de Isabel II. Fueron la costumbre y el arraigo popular los que erigieron esta composición en Himno Nacional, sin que existiera ninguna disposición escrita…. En 1870, el General Prim convocó un concurso nacional para crear un Himno Nacional. El jurado declaró el concurso desierto por considerar que ninguna de las marchas presentadas superaba en calidad a la "Marcha Granadera", y aconsejó que se mantuviera como Himno.[5] Ha sido utilizada como himno nacional desde ese momento salvo en tres periodos, el trienio liberal, la I y la II Repúblicas, en los que se adoptó el Himno de Riego.

Por otro lado, los golpistas quieren dejar constancia de sus apoyos, o mejor no enfadarlos obviándolos, y hacen aprenderse a las niñas todos los himnos (Falange, Oriamendi y la Legión), como veremos en la figura 4, cuya ejecución tiene que ir necesariamente acompañada de una gran emotividad, ingrediente importante en la cocina del adoctrinamiento. Y para continuar con la finalidad de adoctrinar, la tarea escolar no puede terminar sin calificar a la guerra civil de cruzada.

El día 9 de marzo, cinco días después, la tarea “educativa” es para aclarar cómo se debe escuchar el Himno, remarcando que hacerlo así, los militares con la mano levantada siguiendo el gesto nazi y los paisanos descubiertos y de pie, es un elemental “deber de patriotismo y respeto” (Figura 3). 


Figura 3. Cómo debe escucharse el Himno Nacional.

 

En los dos casos se habla de patria o de patriotismo, que las niñas deben necesariamente identificar con el himno que acaban de decretar. En las mentes infantiles patria se confunde, se solapa con el himno y con otros símbolos golpistas. Esa es la intención. No hay más patria que la representada por estos símbolos.

Pero los himnos no solo hay que aprenderlos, hay que difundirlos, comunicarlos, hacerlos suyos, sentirlos como propios, y qué mejor manera que escribir una carta a un familiar (Figura 4), a una prima en un día cercano, el 13 de marzo de 1937.

 



Figura 4. Carta dirigida a una prima.

 En pocos días, parece que las niñas han tenido tiempo para aprenderse nuevos himnos: El de Jesucristo en la Escuela con la música del de Falange Española, el de Acción Popular, el de Cristo Rey. Además aparecen más símbolos, la bandera y el escudo. Y no se puede olvidar a la Iglesia, otro apoyo importantísimo al golpe militar, que estará presente con la bendición de la bandera, que supone la bendición del fascismo. El primer acto que se llevó a cabo en la escuela, según lo cuenta mi madre y ha originado el primer artículo de este blog sobre este tema, Encuentro con la memoria histórica,[6] fue la colocación de los crucifijos en las aulas. Este hecho que queda patente en el cuaderno del curso 36-37, es indicado por algún artículo: “En las primeras disposiciones, dictadas por los alcaldes y gobernadores civiles de la España franquista, acerca de la inauguración del curso escolar 1936/37, …. se otorgaba prioridad sobre todo a la reposición de crucifijos en las aulas y a la reintroducción de rezos y cantos religiosos”.[7]  Se trata del nacionalcatolicismo.

¿Os imagináis diez días hablando en el cole de los himnos? No sé si las niñas terminaron empachadas, pero sin duda bien adoctrinadas, buena semilla para continuar con el adoctrinamiento en la mente y corazón de las niñas.

Como bien sabemos el himno no tiene letra, pero no porque no haya habido varios intentos para dotarle de ella. Os recomiendo la de Joaquín Sabina[8]. En el Epilogo de El florido pensil, Andrés Sopeña nos dice que en los años 50 el himno tenía dos letras: la de Eduardo Marquina y la de Pemán, pero que ellos cantaban la siguiente:

Y continúa Sopeña: “Cienes y cienes de veces, que hubiera dicho Briones, pasé inmaculado, a voz en grito, por el “Fuiste de glorias florido pensil”, sin menor idea de lo que pudiéramos estar berreando; y sin la mínima curiosidad por averiguarlo, la verdad sea dicha. Pero en esa frase, en el recuerdo de su repetición estulta y mecánica encuentro, sin embargo, el símbolo inefable de aquella escuela, la cifra del caos aparente; la “lógica” de tanta sandez. Está todo ahí, en el florido pensil de las narices.”

 

Se repiten con demasiada frecuencia estos símbolos en las tareas escolares y se repitieron también después de terminada la guerra civil. Era preciso crear sentimientos de pertenencia a una patria, y al mismo tiempo obviar, tapar que esta patria estuvo representada primero por un golpe fascista que generó una lucha fratricida y luego por el dictador. La patria tenía que ser identificada por la infancia y por la juventud con los “redentores”, con los que desencadenaron “la cruzada”. Eras patriota si admitías la dictadura de Franco, llegado al poder, a ser caudillo, por la gracia de Dios, como recogían las monedas franquistas. Así en el mismo paquete iban los símbolos, la dictadura y la Iglesia. Había que tragárselo sin respirar. Y sin poner en cuestión nada de todo ello, porque al poner en duda alguno de los elementos, se ponía en duda el conjunto que era indisoluble. Nacionalcatolicismo.

Los símbolos eran considerados tan importantes que Magisterio Español hizo dos publicaciones de un “librito escolar de lectura para todos los grados que sepan leer, sean de niños y de niñas”, en 1939 y 1940, titulado Símbolos de España (Figura 5). En la portada del libro de Símbolos de España aparece una bandera rojigualda más grande que la que colocó el PP en la plaza de Colón de Madrid, utilizando de nuevo los símbolos para enfrentar a la ciudadanía.


Figura 5. Portada de Símbolos de España, de Magisterio Español.

Hay bastantes autores que han estudiado y analizando la importancia de la simbología en el adoctrinamiento de la dictadura: “La simbología y los rituales en torno a ella fueron una parte imprescindible de la dictadura de Francisco Franco. En sí mismos, los símbolos patrióticos no representaron una anomalía propia del franquismo respecto a otras etapas de la historia de la educación en España. Sin embargo, el advenimiento de la dictadura sí supuso una intensificación en estos símbolos y prácticas”. [9] Sin ir más lejos, en wikipedia podemos leer: “Incluso los asientos de los transportes públicos eran objeto de apropiación simbólica para perpetuar el recuerdo de la Gloriosa Cruzada: un cartel que indicaba Reservado para caballeros mutilados”.

No quiero terminar sin citar a Manuel de Puelles, “el nacionalismo considera la escuela como el instrumento por excelencia para la integración nacional y para la transmisión de valores y símbolos que constituyen ese sujeto, muchas veces hipostasiado, que es la comunidad nacional[10]

Una muestra clara y contundente del triunfo de la simbología franquista, del nacionalcatolicismo, que se utilizó abrumadoramente desde la escuela en cualquier rincón de cualquier pequeño pueblo de nuestro país, son las enormes dificultades, la resistencia que están poniendo algunos sectores de la población española para terminar con los símbolos de la dictadura a partir de la Ley de Memoria Histórica de 2007. Fijaos en la fecha, 2007. Hace 14 años. Y hasta ese momento ni siquiera se había planteado como necesidad general, como punto y final, aunque simbólico, con la dictadura. Pero, aún es, si cabe, todavía más grave que hoy en día se siga manteniendo el término del "Caudillo" en nombres de algunos pueblos, los nombres de los golpistas en las calles, el yugo y las flechas en algún lugar escondido, la lista de Caídos por Dios y por la Patria en ciertas iglesias, … En el pequeño pueblo donde mi madre escribió sus cuadernos en los años 1936, 37, 38, se han cambiado los nombres de las calles muy recientemente y con no poca controversia e incluso con ataques verbales de algunos habitantes de la derecha contra la alcaldesa, que tengo que decir, en honor de la verdad, que es del PP y se ha mantenido firme.  

En España nunca tuvimos La Revolución de los Claveles, tuvimos una transición que permitió que los golpistas se siguieran sintiendo vencedores y que hoy en día admite que la extrema derecha, que defiende ideas propias del fascismo, esté apoyando algunos gobiernos autonómicos y sea jaleada por algunos medios de comunicación. Hecho que no ocurre en otros países de nuestro entorno. Hago desde aquí una propuesta: cambiar de emisora o de canal de televisión, cuando estén dando pábulo o entrevistando a alguien del partido de extrema derecha. Bajará la audiencia. Hecho clave para la radio y la televisión.



[1] Andrés Sopeña Monsalve. El Florido pensil. Memoria de la escuela nacionalcatólica. Editorial Crítica. 1994.

[2] Javier Moreno-Luzón y Xosé M. Núñez-Seixas. “Rojigualda y sin letra. Los símbolos oficiales de la nación”. en Javier Moreno-Luzón y Xosé M. Núñez-Seixas (eds.). Ser españoles. Imaginarios nacionalistas en el siglo XX. RBA. 2013.

[3] Los términos estadonación y país se pueden intercambiar a menudo, pero también pueden presentarse matices: estado alude más a lo legal e institucional, nación a lo humano y lo cultural, y país a lo geográfico y territorial. La patria se refiere a los lazos jurídicos, históricos y afectivos que tienen las personas con la nación o el país.

 [4] Hijos de Santiago Rodríguez. Así quiero ser. El niño del Nuevo Estado. Imprenta-Casa Editorial-Librería. Burgos. 1940. https://revistas.uam.es/didacticasespecificas/article/view/12357/12207

 [5] https://www.lamoncloa.gob.es/espana/simbolosdelestado/Paginas/index.aspx

 [7] Javier Moreno-Luzón y Xosé M. Núñez-Seixas. “Rojigualda y sin letra. Los símbolos oficiales de la nación”. en Javier Moreno-Luzón y Xosé M. Núñez-Seixas (eds.). Ser españoles. Imaginarios nacionalistas en el siglo XX. RBA. 2013.

 [9] Carlos Sanz Simón. Los símbolos del nacionalcatolicismo. Una mirada a través de la fotografía escolar durante la dictadura franquista (1950-1959). Historia y Memoria de la Educación 10. Sociedad Española de Historia de la Educación. 2019.

[10] Manuel de Puelles Benítez. Política, legislación y educación. UNED. 2017.



LAICIDAD ES LIBERTAD, IGUALDAD Y DEMOCRACIA

 15 de febrero de 2021

Escribí este artículo a finales del año 2016 y me ha parecido pertinente retomarlo para el blog. Aunque los datos que doy son de hace algunos años, creo que siguen revelando perfectamente la situación actual. En aquel momento era portavoz de una confluencia de izquierdas denominada Ganemos, que se presentó por primera vez a las elecciones municipales en mayo de 2015 y obtuvo 7 concejales de un total de 21.

 

Hace unos meses Ganemos Tres Cantos presentó en el ayuntamiento una moción sobre laicidad en nuestro municipio, que no fue apoyada por ningún otro grupo municipal y que derivó en un artículo por parte de un concejal del PP que demostró ignorancia y una ideología de tiempos remotos por parte de su autor.

Empezaré por aclarar algunos conceptos. La laicidad es un ideal político que se extiende a todas las instituciones públicas. La característica que mejor la define es la separación entre Estado e Iglesias, cualquier Iglesia, diferenciando claramente entre el ámbito público y el ámbito privado, con la finalidad de garantizar el cumplimiento de las libertades individuales en régimen de igualdad. La laicidad es heredera de los principios de la Ilustración, que defendían la libertad y la igualdad de toda la ciudadanía. Quienes se oponen al laicismo o laicidad, están en contra de esta libertad e igualdad de todos y todas; realmente, se oponen a perder unos privilegios públicos que ostentan sin ninguna legitimidad.

De las palabras anteriores se deriva que el laicismo es indisoluble con la democracia. El laicismo camina de la mano con la democracia real, porque, como acabo de decir, los principios del laicismo son la libertad de conciencia y la igualdad de todos los ciudadanos y ciudadanos, que son los cimientos de la democracia. Se atenta contra la democracia cuando se conceden privilegios a una confesión religiosa en las instituciones públicas. Y no se puede tener una doble moral al respecto, no se puede denunciar (bien denunciado) el estado islámico, que supone regir un país con principios religiosos, y aplaudir y consentir la presencia y la injerencia de otras religiones en las instituciones públicas.  

La constitución española recoge en su artículo 16.3 que “Ninguna confesión tendrá carácter estatal”, es decir, el estado español es aconfesional, pero sin embargo denota una cierta ambigüedad cuando en la segunda parte de este mismo artículo señala: “Los poderes públicos tendrán en cuenta las creencias religiosas de la sociedad española y mantendrán las consiguientes relaciones de cooperación con la Iglesia Católica y las demás confesiones.”; dejando abierta la puerta a unas relaciones de cooperación, cuyo límite no está determinado, pero que de cualquier manera deberían entrar en contradicción con la primera parte del artículo, como ocurre en la realidad del estado español.

Además, la Ley Orgánica de Libertad Religiosa, aprobada en 1980, vigente hoy en día, aún  está pendiente de una revisión que se ajuste a los principios laicos del Estado; ya que esta ley confirmaba los acuerdos de 3 de febrero de 1979, que prorrogaban y legitimaban las relaciones de cooperación entre el Estado español y la Santa Sede, herederos del concordato que Franco firmara con la Santa Sede en 1953 (aún vigente en la actualidad), que dotan a la Iglesia Católica de unos privilegios que son anticonstitucionales y que esta no parece dispuesta a perder bajo ningún concepto.

Son privilegios la concesión de dinero público a los colegios privados concertados religiosos, que suponen un 80% del total de los colegios privados concertados; el tratamiento que recibe la Religión dentro del currículo escolar, que gracias a la LOMCE ha vuelto a ser materia evaluable, es decir, que su calificación cuenta en la nota media del expediente académico, frente a otras como la nueva asignatura de la Comunidad de Madrid “Tecnología, Programación y Robótica” que no es evaluable. También es un privilegio que las autoridades públicas asistan como tales a los actos religiosos; y es, incluso, anacrónico que recientemente el presidente del gobierno, Mariano Rajoy, jure su cargo utilizando la Biblia y frente a un crucifijo.

No obstante, uno de los mayores privilegios de la Iglesia Católica es la cantidad de dinero que recibe del Estado, dinero público de todos los españoles, sean católicos o no. Según Europa Laica, en 2013 recibió 11.000 millones de euros, a través de subvenciones directas e indirectas y exención de tributos.

En este ámbito, se suele utilizar un argumento falaz en contra del laicismo, al confundir intencionadamente la labor social que realiza Caritas con la que realiza la Iglesia Católica. Los datos demuestran que la labor social de la ONG no se encuentra entre las prioridades de la jerarquía católica. El dinero que recibe la Iglesia cuando los ciudadanos marcan la casilla de Iglesia Católica al realizar la declaración de la renta se dedica a sostener su estructura, el culto y el clero, en contra de la creencia común de que, en su mayor parte, va a Cáritas. Y sin poner en duda la gran tarea social que realiza Cáritas, si existiese justicia social, el papel de la caridad debería ser casi inexistente.

En un artículo de El País del 15 de marzo de 2016 titulado: ¿A qué destina la Iglesia católica nuestro impuesto de la renta? La Conferencia Episcopal paga con el dinero público campañas contra el aborto, beatificaciones y la financiación de 13TV[1] podemos leer:Exactamente la misma cantidad que se destina a 13TV, seis millones de euros, es la que llega a Cáritas. Se trata de una aportación muy reciente. Hasta 2010, la Conferencia Episcopal no destinaba ninguna partida procedente del IRPF a la organización oficial de la Iglesia Católica en España para la acción caritativa y social. Desde entonces ha ido aumentando: en 2011 eran cuatro millones; en 2012, cinco.”

A los que defendemos el laicismo, a los que creemos que las creencias religiosas deben permanecer en el ámbito privado de las personas, estos privilegios nos parecen inadmisibles. También comparten esta opinión muchos católicos practicantes, entre los que se encuentran amigos personales, que no admiten y denuncian que la institución eclesiástica utilice su fe para crear desigualdades entre los ciudadanos en la escuela y en la sociedad, y como fuente de financiación. Son tan celosos y respetuosos con sus convicciones religiosas que no quieren que sean utilizadas para generar desigualdad social ni para formar una ciudadanía acrítica ni para financiar ninguna iglesia.

La laicidad respeta, garantiza la libertad de conciencia o libertad espiritual de todas las personas, al devolverla al ámbito privado. La laicidad no está en contra de la religión, pero sí de los privilegios de una determinada confesión religiosa frente a otras. Si el Estado ha de garantizar la libertad espiritual (que debe hacerlo), ninguna opción religiosa debe tener privilegios frente a las demás.

Para terminar, quiero recordar que el día 9 de diciembre se celebra Día Internacional del Laicismo y de la Libertad de Conciencia”. Se eligió este día porque el 9 de diciembre de 1905 se proclamó la ley francesa de “Separación del Estado de las religiones”, que se puede considerar como un hito mundial en el logro de la laicidad de las instituciones.  Además, en España este día tiene un valor añadido porque el 9 de diciembre de 1931, se proclamó la Constitución de la II República española, que apostaba claramente por el laicismo.

 

 

 

ALOCUCIÓN DE MILLÁN ASTRAY

 22 de enero de 2021

Hoy este artículo versa sobre un personaje con un apodo siniestro, el “Novio de la muerte”, uno de esos Españoles excesivos[1] en palabras de Julián Moreiro.

En una tarea del 20 de febrero de 1937 (Figura 1), sábado por la tarde, mi madre describe que la maestra les ha leído una alocución de Millán Astray que ha aparecido en La Gaceta Regional[2]. En esta tarea después de una breve descripción de las secuelas físicas que han dejado las heridas de las guerras africanas en Millán Astray, aparece el protagonista hablando en primera persona hasta el final del texto. Quizás empezar por las secuelas físicas pretende crear una predisposición positiva hacia él en las niñas, presentarlo como un héroe que conoce en su propio cuerpo las consecuencias de la guerra, generar compasión hacia él, y hacer más creíbles las palabras siguientes que él pronuncia. Millán les dice a los republicanos que no huyan, que se entreguen, que no tienen nada que temer de las “tropas nacionales”, como se autodenominan, si no han matado a nadie.

 


 

Figura 1. Alocución de Millán Astray


Para seguir dando a las niñas la visión de los “buenos” contra los “malos”, de los que vienen a salvar a la Patria de las hordas rojas; para seguir adoctrinándolas en la Santa Cruzada, se les presenta un personaje “generoso”, que llama a la rendición a los republicanos “buenos” que serán bien acogidos y perdonados. Sin embargo, ya se habían producido muchos hechos que desmentían estas palabras, la matanza de Badajoz, la Desbandá, el asesinato de muchos republicanos y republicanas en los pueblos, pero de eso ni una palabra. No se puede permitir ni una mínima grieta en el pensamiento de las niñas, ni una mínima posibilidad de que les surja la duda, de que asome un cierto pensamiento crítico.

Además, no les dicen nada más de este personaje, el fundador de la Legión en 1920, el “Novio de la muerte”, el que grita “Viva la muerte” y que, sin embargo, dice que va a respetar la vida de sus enemigos. Una persona que permitía actitudes y comportamientos muy reprobables en las tropas africanas; pero estas nunca podían, bajo ningún concepto, desobedecer las órdenes, poner en duda las acciones de otros legionarios o cuestionar cualquier acción o actitud de los mandos. Se permitían barbaridades, pero no la posibilidad de presentar un comportamiento ético y de pensar frente a las órdenes de los mandos. Era preciso obedecer al mismo tiempo que se potenciaba un comportamiento nada ejemplar. La obediencia, la sumisión aportaban recompensa.

Parece que el dinero, el alcohol y las mujeres, en su faceta de utilización sexual por parte de los hombres, formaban parte de esa recompensa. Lo que el propio Millán llama “la prosa” entre las razones de los hombres para alistarse a la Legión.[3] Así lo expresa J. Moreiro. “La disciplina ciega, el valor frío, la disposición a socorrer al compañero en apuros (“A mí la Legión” es otro de sus gritos sagrados), el desprecio del peligro y la apetencia de la muerte son los valores que ponen orden en tan heterogénea tropa. Lo demás no importa: ni la crueldad en el trato al enemigo, ni el abuso sobre la población civil. Los jefes hacen la vista gorda y hasta se muestran condescendientes con las tropelías del legionario, pero son capaces de imponer castigos severísimos por la menor falta disciplinaria.

Y con estos antecedentes, con esta forma de pensar, de actuar y de vivir, que les ocultan, hacen creer a las niñas que es fiable, que merece confianza lo que dice Millán Astray en una alocución que le cuenta la maestra a mi madre, un sábado por la tarde, para que la transcriba.

No he sido capaz de encontrar La Gaceta Regional donde aparece la alocución objeto de la actividad escolar, pero sí he encontrado una alocución de este personaje en La Provincia, diario de Huelva, del 22 de noviembre del 36, con el mismo contenido, que se puede observar en la Figura 2.

Como dudo de que podáis leerlo, debido al tamaño de la letra, transcribo aquí la parte de la alocución que es transmitida a mi madre en la escuela.

Españoles: Os engañan vilmente los que dicen que nosotros fusilamos a cuantos enemigos o prisioneros caen en nuestras manos. La pena del fusilamiento solo se aplica a los que por sus crímenes y asesinatos han caído bajo la Ley. Y sabemos que los que han sido engañados y así ciertamente entraron en las filas rojas todos han alcanzado el perdón y están a nuestro lado y otros bajo nuestra generosa vigilancia. Sabed que desde que empezamos las operaciones de nuestra guerra, hemos derrotado a los rojos en todas partes y después de la toma de Badajoz, los vencimos y derrotamos en todas las batallas desde allí hasta los Torrejones y los Caranbacheles.

 


Figura 2. Alocución de Millán Astray, publicada en La provincia, diario de Huelva, el 22 de noviembre de 1936.


Esto es lo que se les cuenta a las niñas, que lógicamente a su edad creerán a pies juntillas si no tienen otra versión de los hechos a través de sus familias o conocidos, en caso de ser republicanos, aunque bien sabemos que quedaron mudos ante el miedo, el horror y el terror que estaban viviendo. No se les dice nada más de este personaje salvo las heridas de guerra que quieren mostrar su pretendida heroicidad o valentía, puesta en duda por algunos historiadores como Paul Preston o escritores como Arturo Barea en “La forja de un rebelde”, junto a sus palabras que quieren mostrar su generosidad. ¿Qué imagen pueden sacar las niñas de este relato? ¿Qué se pretende al contar a las niñas esta versión de los hechos?

Es obvio lo que se pretende. Que las niñas consideren que la razón, la generosidad, la justicia, el valor están de parte de las tropas fascistas; que la guerra que han generado era absolutamente necesaria, que son el Séptimo de Caballería de las películas de indios, aquel al que aplaudían todos los niños y niñas en los cines de barrio en mi infancia, cuando llegaban a masacrar a los mismos. Aunque no eligen muy bien al personaje, porque no parece una persona que merezca ser ejemplo de nada para nadie y menos para unas niñas. O tal vez sí, porque este sea el modelo de hombre que es admirado entre los fascistas. Este es el modelo que quieren transmitir, pero ocultando sus características más nefastas y exaltando otras, como su machismo.

La alocución también nos permite mostrar la capacidad de arengar a las tropas, de exaltar los sentimientos “patrióticos” que exhibía Millán Astray. Por ello, y principalmente por su amistad y apoyo a Franco, es nombrado jefe de la oficina de prensa y propaganda, en octubre de 1936.  Pero solo dura unos meses en el puesto, hasta enero del 37. El conocido suceso que protagonizó con Unamuno en la Universidad de Salamanca parece que fue decisivo en su destitución, junto con una falta de credibilidad de la que gozaba en algunos sectores.

Además de eliminar físicamente a muchas personas que no compartían su forma de pensar, su gobierno dictatorial, y de introducir el miedo en cada familia, en cada casa, en cada lugar, de forma que el silencio se impuso de una manera automática (muchos jamás consiguieron que su familia hablase de lo ocurrido), su labor en las escuelas fue perseverante, machacona y dirigida a anular cualquier pensamiento libre. Y tuvieron éxito, desgraciadamente tuvieron éxito.

Sobre el autosilencio impuesto en las familias, encontramos, entre muchos, el relato de Enrique Díez[4]: "Fabero fue un pueblo con esclavos del franquismo, represaliados a los que pusieron a trabajar en un campo de concentración en la mina. Nos llamó la atención que, cuando preguntamos, de los 21 estudiantes que había en la clase solo una sabía algo de aquello, y no porque se lo hubieran contado en la escuela o instituto. Lo llamativo es que casi todos habían tenido abuelos o bisabuelos represaliados, era la historia de su propia familia la que desconocían". 

Las actividades del cuaderno muestran con claridad el adoctrinamiento tan terrible, tan contundente, sin permitir ningún respiro, que sufrieron nuestros padres y madres, y que también llegó a nuestra generación. El franquismo caló hasta el tuétano de los huesos y sigue presente en el pensamiento de parte de nuestra sociedad, aunque permanezca oculto en el subsuelo, aunque nos neguemos a admitirlo. Cuando en la escuela te marcan a fuego algunas ideas, algunos principios, algunas emociones, como por ejemplo, el sentimiento de culpa que generamos las mujeres en muchas situaciones como consecuencia de la formación judeo-cristiana; encierra un alto grado de dificultad liberarse de las marcas, a veces casi invisibles, que nos dejan. Se necesita mucho espíritu crítico y rebeldía para hacerlo, características de las que no goza toda la población.

Este hecho lo he discutido en bastantes ocasiones con amigos y amigas, que no comparten mi opinión, terminando la discusión con apelativos hacía mí de exagerada y dogmática. Por eso, me ha llenado de satisfacción leer recientemente una entrevista de Francisco Espinosa, eminente historiador extremeño de Badajoz, lugar que conoció bien la represión franquista, y encontrar que este autor lo expresa de una manera totalmente contundente: “El franquismo practicó una lobotomía a la población de la que todavía no nos hemos recuperado”.[5]

Continúa diciendo: “La brutalidad y bestialidad con la que el franquismo acabó con aquellos años de vitalidad de la sociedad española, con una vida política impresionante, tiene todavía repercusiones.

 …. Durante años se ha dicho mucho de padres a hijos aquello de 'No te metas en política' y puede que todavía algún padre o algún abuelo se lo diga a su hijo o nieto. El miedo a que los hijos entraran en política nace precisamente de esa venganza de las derechas. Fue una venganza sin límite, se mató de una manera atroz. La dictadura estuvo matando casi de manera consecutiva más de 20 años y la violencia llegó hasta el final de sus días. En ese tiempo pudieron moldear la mentalidad de la población a base de violencia, terror y robos. La España actual parte de ahí.”

Yo añadiría: también pudieron moldear la mentalidad de la población con la educación de millones de niñas y niños en los pueblos de España, como muestran las tareas y actividades que hacía mi madre a los 10 años en una escuela franquista. La derecha, junto con la Iglesia, conocen de primera mano lo que significa adoctrinamiento de la infancia y de la juventud, por eso están en contra de la escuela pública y laica.

Un estudio realizado por Enrique Diez sobre el tratamiento de la guerra civil y la represión franquista en los libros de texto de Historia actuales, para 3º y 4º de la ESO y Bachillerato[6], le lleva a señalar que en la actualidad estos libros de texto “siguen blanqueando el franquismo”, 40 años después de la muerte del dictador. Se pasa de la exaltación durante la guerra civil, en la zona en manos de los golpistas, como podemos ver en el cuaderno de mi madre, al blanqueo en el momento actual; de posiciones de patriotismo barato de “Una, grande y Libre” o “Arriba España” a posiciones de equidistancia entre el fascismo y la democracia. Se sigue ocultando la verdad a la juventud, se sigue dando una capa de barniz que da brillo o disfraza a la dictadura represora que sufrió nuestro país. Para que podamos avanzar en la democracia, para conseguir una democracia madura sin ocultamientos o falsedades, hay que superar “la asignatura pendiente”[7] que tenemos como país. La escuela, la educación ofrecen el mejor camino, si realmente están comprometidas en ello. No se pretende el revanchismo ni la venganza ni todas esas ignominias de las que hablan los que quieren ocultar su pasado particular, como decía el poeta argentino Juan Gelman[8], premio Cervantes en 2007. Se persigue el conocimiento de los hechos, tal y como ocurrieron. Los hechos hablan de la verdad.

Para terminar, desde el punto de vista didáctico, llama la atención el cambio en el narrador en una actividad de una niña de 10 años: pasa de describir en tercera persona a hablar en primera persona. Como vienen demostrando las distintas actividades vistas hasta ahora, es muy posible que las tareas fuesen dictados o redacciones muy dirigidas.

 

[1] Españoles excesivos. Julián Moreiro. 2008. Editorial EDAF S.L.