5 de septiembre de 2020
Este verano tan
diferente de 2020 ha cambiado las rutinas de verano de mucha gente; entre ellas
las mías. Nos ha confinado, de alguna manera, en pueblos a los que estamos
ligados por razones diversas. Y en uno de estos pueblos, en el que he pasado todo
el mes de agosto, he decidido abrir algunas cajas que dormían en el garaje y
que recogían el pasado remoto de mis padres.
¡Grandes sorpresas
me esperaban! Cartas de novios de mis padres, los libros y apuntes de
Magisterio de mi madre, … Y, de pronto aparecen cuadernos de la escuela de mi
madre de los años 37, 38, 39, … cuando mi madre contaba con 10, 11, 12, ….
años. No es descriptible el ensalzamiento del Caudillo, el número de veces que
aparece ¡Arriba España! (una por día en algunos momentos), los cantos al
Alzamiento Nacional los 18s de julio del 37, 38, …, junto con la bandera de
Falange Española, …y todo el adoctrinamiento imaginable y más.
También encontré
algunos cuadernos de mis tías, mayores que mi madre, del año 33. El tono, la
estética, la ética eran totalmente diferentes. Por ejemplo, en una redacción de
una de mis tías, antes de las elecciones de 1933, habla de estas y señala que
se presentan partidos de izquierdas y de derechas; y que la maestra habla mejor
de Acción Popular[1],
aunque ella reconoce que no entiende mucho. Tenía entonces 12 años.
Pero la joya de la
corona es un cuaderno de mi madre del curso 1936-37. Por lo que había leído
estaba claro que el 18 de julio del 37 ya habían llegado al pueblo las tropas
fascistas. El cuaderno me iba a revelar cuándo, entre otras muchas cosas.
En la Figura 1 se
puede ver la primera página del cuaderno. El 5 de septiembre comenzó el curso
con un adelanto de 15 días como consecuencia de la guerra civil para proteger a
los niños, tal y como se puede leer en el texto. Fijaos que las aparecen los números de página en la parte superior, izquierda o derecha.
En la parte
inferior se observa la bandera en la que se puede apreciar fácilmente que la
banda inferior parece haber sido retocada, borrada y pintada de nuevo. Es fácil
adivinar la causa. Se trataba de la bandera republicana tricolor, en la que se borró
el color morado para transformarla en la bandera roja y gualda.
Deben
ponernos en condiciones de ganarnos la vida sin que nos exploten.
Y el quinto:
Los niños
debemos ser educados con el mayor esmero y con los mejores sentimientos y así
tendremos buenas cualidades que pondremos a disposición de nuestros semejantes,
para hacer una Humanidad mejor.
Figura 2. Derechos
del niño, texto del 28 de septiembre de 1936.
Figura 3.
Lo hecho el jueves por la tarde, texto del 16 de octubre de 1936.
La siguiente página corresponde al 23 de octubre de 1936 (Figura 4), bajo el título "La reconquista de la Iglesia y la reposición de los Crucifijos en las escuelas". El título es sugerente, la Iglesia reconquistando su poder. Tuve que leerlo dos veces, empaparme de lo que decía. Me costaba asimilarlo, a pesar de lo que sabemos sobre la dictadura franquista y la guerra civil. Era tan brutal el cambio al pasar de una hoja del cuaderno a otra. A mi madre con 9 años se le hablaba y se la hacía escribir con desprecio sobre los “rojos”. ¡La diferencia es clara! No había encontrado en las hojas anteriores ni una sola referencia al golpe militar, salvo que había que proteger a los niños en época de guerra. Y después del desprecio hacia los rojos, vienen los “buenos” que iban todos juntos a misa, reponían los crucifijos en las escuelas (parece que por segunda vez porque ya lo habían hecho anteriormente, justo en la página anterior) y luego desfilaban los falangistas, cantando el “Himno Fascista” (sic), escrito con todas las letras y sin pelos en la lengua.
Figura 4.
La reconquista de la Iglesia y la reposición de los Crucifijos en las escuelas,
texto del
23 de octubre de 1936.
También quiero
llamar la atención sobre el entorno machista. En el texto de la figura 4 se
puede leer que el Maestro habla en el acto. Lógicamente debe ser el maestro de
los niños, pero no la maestra de las niñas. Desconozco si el maestro es el que
yo conocí muchos años después, allá por los 60s. El maestro que yo conocí era
mayor, falangista y decía para qué quieren saber estos niños leer si luego van
a ir a trabajar al campo. ¡El maestro! Ni más ni menos igual que al que canta
Patxi Andión.
La educación, más
bien adoctrinamiento, de la dictadura franquista caló profundamente en la
sociedad española. No solo en la generación de mis padres, sino también en la
nuestra y mantiene su halo sobre la sociedad española. Recuerdo una discusión
relativamente reciente con unos amigos en la que me llamaban exagerada, entre
otras cosas, por mantener que el Spain is different es cierto por la profunda
marca, huella, cicatriz que dejo el franquismo, intencionadamente, en nuestra ciudadanía.
Claro con la inestimable ayuda de la Iglesia Católica. Por algo había que
reponer los crucifijos que tanto trabajo ha costado, está costando eliminar de las aulas y las instituciones. Aunque podría asegurar que todavía hay algunas aulas y
algunos ayuntamientos y organismos oficiales que los mantienen.
Por esta razón
suscribo totalmente, como me suele ocurrir con sus escritos, el artículo de Rosa María Artal
del día 3 de septiembre en eldiario.es
titulado España,
¿una democracia tutelada aún? Artículo en el que dice:
“De esta
forma, se ha permitido que poderosas élites del franquismo y sus secuelas
sigan presentes en la España de 2020 incluso. En la justicia, sin lugar a
dudas. En las estructuras empresariales –hace poco llamaron "emprendedores
de posguerra" a quienes se lucraron del franquismo-, en los amaños
que compran, venden, fusionan o regalan desde bancos a la salud. En los
medios de comunicación. En cuanto ha hecho posible la insufrible tolerancia a
la ultraderecha que vivimos ahora como uno de los mayores peligros que nos
acechan. No hace falta raspar mucho para ver la decisiva influencia de todo ese
entramado en muchas de las grandes carencias y fallos estructurales de la
España actual.
El día a día nos
muestra la evidencia de estas palabras.
[1]
Acción Popular (AP), partido político confesional católico y fundado al proclamarse la Segunda
República bajo el nombre de Acción Nacional, que cambió de
nombre un año después. Fue el partido alrededor del cual se articuló la CEDA (Confederación
Española de Derechas Autónomas).